Claudio Agostini

Financiamiento, transparencia y exigencias mínimas en Educación Superior

La educación superior vuelve a estar en la palestra con las protestas estudiantiles y las propuestas planteadas por el Ministerio de Educación al Consejo de Rectores...

Por: Claudio Agostini | Publicado: Jueves 30 de junio de 2011 a las 05:00 hrs.
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La educación superior vuelve a estar en la palestra con las protestas estudiantiles y las propuestas planteadas por el Ministerio de Educación al Consejo de Rectores. Si bien el debate público parece centrarse a ratos en el lucro, creo que ese no es el tema de fondo. Si todas las universidades fueran de buena calidad y los buenos alumnos pudieran acceder a ellas independiente de su nivel socioeconómico, el lucro no sería tema.

Lo primero que es necesario resolver entonces es cómo garantizar calidad mínima y entregar información transparente y confiable a los futuros alumnos sobre la calidad de las distintas universidades. Hoy todos sabemos que hay algunas universidades de muy baja calidad, tanto estatales como privadas, pero el sistema de acreditación no ha sido capaz de distinguir fuerte y transparentemente las buenas de las malas. Necesitamos un sistema de acreditación distinto, transparente e independiente, que exija mínimos de calidad.

Lo segundo, es responder la pregunta central que han planteado indirectamente los estudiantes: ¿Qué universidades debe financiar el Estado y cómo? Hoy el Estado financia con un aporte directo a las universidades del Cruch, donde hay estatales y privadas, y financia en forma indirecta a todas las universidades que atraen a los alumnos con mejores puntajes PSU. La discriminación de financiamiento existe entonces entre universidades que pertenecen al Cruch y las que no. El motivo de esta discriminación es histórico, pero eso no la justifica sino que sólo la explica.

Las universidades generan al país un aporte importante en docencia e investigación, lo cual produce externalidades positivas. Adicionalmente, la investigación al generar conocimiento produce un bien público. Capturar las externalidades positivas y producir el nivel óptimo de bien público requieren de la intervención del estado y justifican la existencia de subisidios al quehacer de las universidades. Incluso podría justificar diferencias en el financiamiento público, con mayores recursos a universidades que hacen investigación y no sólo docencia. Es razonable también que el estado, como dueño, entregue con transparencia aportes directos a las universidades estatales. Así ocurre en gran parte del mundo, y hay universidades estatales en Estados Unidos como Berkeley, UCLA o Michigan que no sólo conviven sino que compiten exitosamente con universidades privadas. La pregunta, aún sin respuesta, es hasta cuando el estado sigue financiando con aportes directos a algunas universidades privadas sólo por razones históricas. Financiemos por mérito, eso es lo que exige el buen uso de recursos públicos. Aún más, el financiamiento debe ir asociado a la transparencia en su uso y también a exigencias mínimas. Por ejemplo, en Estados Unidos las universidades estatales no pueden discriminar ni educacional ni laboralmente por raza, religión, discapacidad, género u orientación sexual. En Chile lo menos que debería exigir el estado a las universidades del Cruch que financia directamente es una política similar, a la cual habría que agregarle respetar la libertad académica. Hay universidades en el Cruch en la que estar divorciado o no puede hacer una diferencia significativa en la carrera de un académico. Además, hay temas de investigación prohibidos y hace no mucho se expulsó a un académico por su opinión sobre el acceso a anticonceptivos y las conclusiones de su investigación científica que mostraban que no había evidencia de que la píldora del día después fuera abortiva. Este tipo de conductas atentan contra el deber ser de una universidad y no me parece que con los impuestos de todos debamos financiar universidades que atentan contra la esencia de una universidad, en particualr si la razón del financiamiento público es capturar las externalidades positivas que genera la investigación y docencia de calidad. Ojalá se abra esta discusión, sin temor y sin vetos, para decidir abiertamente qué tipo de universidades queremos financiar y a cambio de qué.

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